Ya pasaron años y te cuesta estar parada,
ya no jugas ni corres tanto como antes.
Lo último que se apaga y no cambia es tu mirada,
Lunita buena, Lunita mala.
Las primeras cicatrices me las dejaste vos,
aprendiste a querernos, nos entregaste el corazón.
A pesar de no hablar decías más que palabras,
Lunita buena, Lunita mala.
Cerras esos ojos y te recostas en la hierba,
dejas que el viento juegue con tu pelo un rato.
Te acaricio y mueves la cola,
y me miras con esos ojos oscuros.
Guardas secretos como nadie,
siempre fiel.
Lunita buena, Lunita mala.
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