Maldita
falta de inspiración. Odio mi capacidad escasa, mi poca imaginación. Cuando me
siento a escribir se me nublan las ideas, algunas se pierden. Qué confuso que
es todo, ya ni sé porque estoy acá.
Me
maquino la cabeza más de lo que debería, pienso más y actúo poco.
Me odio
a mí mismo por no querer mucho a personas que quiero querer. Siento que me voy
a quedar sólo de un día para otro.
Detesto
mi bipolaridad, perdóname. Nunca vas a llegar a entenderme, te puedo querer
como te puedo odiar el mismo día, o mismo en un lapso de una hora.
No
controlo mi enojo, ni siquiera entiendo la razón por la que me enojo. No llego
a entender mi propio funcionamiento, no comprendo mi mente, odio el tiempo.
No
puedo estar dos segundos sin escuchar tu voz. Odio los silencios incómodos.
Odio no tenerte.
¿Qué?
No me
entiendo. No te entiendo. Y no me entienden.
Puedo llorar cuando apagan la luz y gritar
cuando nadie hable, sabiendo que no me escuchan. Es la única manera en la que
un sentimiento se me escapa, cuando nadie está, cuando sólo soy yo y el sonido
del viento chocando con mi ventana.
Dí
todo… ¿Y esperas más?
Ya no
sé que buscas, no sé que busco. No me entiendo y no me entendes. Te odio, y eso
a vos no te importa.